EL FRUTO DEL ÁRBOL DEL BIEN Y DEL MAL – 2007
LAS LÁGRIMAS
Perforé mis ilusiones
con tus rosas funerales,
bajo el cielo agonizante,
los sentimientos se cayeron derrotados,
mi atormentado corazón sangraba,
por las espinas que plantaste
sobre el ataúd
donde se disfrazaba mi soledad,
mostrándole al mundo
una absurda alegría,
mintiendo que todo estaba bien,
mientras mi alma se suicidaba
bebiendo el veneno
más mortífero que puede haber:
las lágrimas.
QUINTO DECAPITADO
En esta vida vetusta y deprimente
mi alma jamás se sentirá serena,
deseo la tinta del sepulcro demente
para mis versos de lágrimas en pena.
De Arturo, heredé su melancolía,
caminando en la sombra del desdén,
observé como mi juventud se perdía,
ahora estoy privado de pisar el edén.
En Medardo encontré la muerte y su espejo
apresurado conduce la carroza tétrica
que le devolverá a mi alma el reflejo
cuando en el cementerio suene mi réplica.
Humberto me dejó su mística angustia,
los deseos de volver a ser niño,
sin importar la existencia mustia,
¡Pensar que muy lejos existe un cariño!
Ernesto: La evasión de la realidad,
fumar, embriagarse, entregarse al vicio,
alejados de un mundo cegado en vanidad,
sin importar de los demás su tonto juicio.
MORTIS INVOCAT
Cementerio tierno y desolado,
de todos el más bello,
laberinto de huesos
donde la muerte baila
entre el tizne gris
del tabaco que desgaja mi garganta.
Busco tus labios
en la llanura nebulosa de la poesía,
sensual figura agusanada,
llevaste mi mano a tus pezones infernales,
desnudos sobre el camastro funerario
sudando la dicha y la lujuria.
Cuento con tu funesta presencia,
a cada minuto,
en cada lugar
siento el aullido de tus orgasmos.
De la tonta mazmorra de ilusiones y fantasías
donde todos se adormecen
me ayudaste a escapar,
mi alma la entregaste a tu amiga la soledad,
ella me dio de lactar.
Apareció también el dolor,
en esos días
cuando a tus pies yo vomitaba
la puta existencia
que quema y empalaga.
Construiste mi caverna siniestra
rodeada de flores muertas,
y telarañas que se desangran
sobre el fango de mis emociones.
¡Depresión y misantropía!
Muerte ¡Amada mía!
Nunca olvidaré tus regalos:
flores marchitas
que adornaban mi soledad.
Detenías el maldito puñal,
una y otra vez,
al sutil veneno lo cambiabas por dulce vino,
decías que no era el momento,
¡Con tan poco te conformabas!
Ahora has vuelto a sonreírme
¿Acaso te acordaste de mí?
¿Entendiste ya lo que por ti siento?
Tú que me enseñaste que la vida apesta,
tú mi gran amor llamado Muerte.
CULTO A MI SOLEDAD
Lejos del tumulto
llevo por verdad mi egocentrismo,
la dicha de haber nacido diferente,
el honor de hundirme en mis propios tormentos.
Lejos del escándalo
puedo escuchar la llovizna poética
de las criatura que habitan
los fúnebres lodazales de mi alma.
Distanciado de clanes
aprendo a conversar con mi corazón
con palabras nunca conocidas,
cultivo las sangrantes flores
que nacen de la melancolía.
Separado de absurdas congragaciones,
consigo practicar la lujuria
con a la sangre de mis lágrimas,
experimento la grandeza
de saberme un ser oscuro.
Alejado de falsos credos y erróneas ciencias
logro construir una siniestra filosofía
basada en el ego de mis sentimientos.
Distanciado del camino que todos siguen
construyo un lúgubre sendero
abriendo paso con las espinas de mi sangre.
EL CASINO DEL CEMENTERIO
Respirar oscuro y profundo,
abrázame por última vez,
me queda sólo un segundo
para ser otra pieza de ajedrez.
En el tablero de la muerte
se abren las puertas del casino,
tu abrazo es ya ilusión inerte
que jamás abrigó mi sino.
Juego la partida eterna
bajo la tapa del ataúd,
me embriago en la muerte materna,
escucho el sonar del laúd.
En mi tumba encuentro flores
y una estúpida cruz,
no distingo sus colores,
aquí y ano existe la luz.
MI SANGRE Y YO
La muerte arrancó de las almas errantes
su soledad y melancolía
para regarla en nuestra alma.
Los sentimientos muertos,
los sueños perdidos
en frías catacumbas de amargura,
los recuerdos sumergidos
en el lodo de nuestras propias lágrimas
rompieron la mirada de la niebla.
Nos conocimos
en los bosques del abandono,
la navaja lloraba
y en ella nuestras almas se entregaban,
sus espinosas lágrimas
perfumaban con su putrefacción
lo áspero de nuestra propia existencia.
Jugando cual niños inocentes
en la traicionera llanura de la vida,
pero a diferencia de aquellos niños,
mi sangre y yo
sabíamos lo que nos esperaba
al final de la llanura.
Entristecidos por las ilusiones
que se fueron de nuestro lado
nos dejamos caer al abismo
donde nadie nos esperaba.
LOS MUERTOS TAMBIÉN SUEÑAN
I
Lágrimas que oscurecen mis sentidos,
nada existe más allá del horizonte muerto,
sólo la inclemencia del día arrebatando
lo que creo es mi existencia, perdido, entre la estreches de mi soledad
y la desgracia de mi vida,
el humo de mis entrañas
dibuja tu alegre silueta.
II
Caes de entre la niebla vestida de cristales,
tus largos cabellos refrescan mi demacrado rostro,
me devuelves la ilusión de amarnos,
mis ojos danzan
entre lamentos brillantes,
tus labios a los que tanto había temido
ya no dañan mi funesta presencia,
siento la imperiosa necesidad
de estar a tu lado.
III
Atrás quedó el valle desierto,
ahora caminamos por un bello jardín,
en un manantial
puedo observar mi cara y tu cuerpo,
ya no encuentro mi tristeza,
perola noche empieza a caer
y todo lo va cambiando,
el jardín desaparece,
triste tumbas me recuerdan lo que siempre he sido,
pero tu irónica sonrisa no cambia,
te regocijas al recoger las flores muertas
que adornan el desolado cementerio.
IV
Las tumbas están empolvadas,
sus cruces y sus ángeles descansan en el suelo,
al borde del abismo tu voz me invita a unirnos,
abrazados nos lanzamos a las fauces abismales,
pensé que te apiadarías de todas las lágrimas
que una vez por ti derramé,
pensé que sostendrías mi mano hasta el fondo del abismo,
nuevamente despierto sobre el frío ataúd,
descubro que los muertos también sueñan,
encuentro a mi alma embriagada de sentimientos oscuros,
sola y triste recorriendo el espacio infinito del olvido.
LA TORTURA DE VIVIR
Lamento perdido
en mi noche infernal,
corazón herido
de ansia fatal.
Euforia marchita
enferma de amor,
quimera maldita
que excita mi dolor.
Maldito encanto
del triste vivir,
la Muerte y su canto
acompañan mi existir.
VENENO
Sobre mi frío ataúd
escucho tu llegada,
unas lágrimas resbalan
por mi pálida mejilla,
siento tus abrazos,
siento tu tristeza,
deseaba verte
aunque no de esa forma,
gracias por venir
a este mi funeral,
te escucho, te veo,
tan bella como la primera vez,
pero ahora es la última,
me llevo tu sangre
tan dulce como el vino,
y tan amarga como el veneno
que me tiene aquí.
FUNERAL
Una dama hermosa
vino a visitarme,
su nombre es la Muerte
y con ella me ha llevado.
Ni con el llanto me puedes devolver
la vida que ya no me pertenece,
en una caja yace mi cuerpo inerte
rodeado de sollozos y gemidos.
La triste luz de los cirios
refleja mi pálido rostro yerto,
he visto tu farsante pena
disfrazada en sufrimiento.
Aunque ahora esté muerto
quisiera que sepas lo que siento,
dijiste que no te volvería a ver
y hoy a mi funeral
has sido la primera en llegar.
Una flor jamás me recibiste
sin embargo has traído un lindo ramo,
nunca aceptaste pasar un rato juntos,
ahora pasaremos los dos toda la noche.
Tus ojos nunca por mí se preocuparon
hoy todas tus lágrimas me pertenecen,
un día te quise ver desnuda,
ahora te veo de negro.
Un abrazo sincero nunca me lo diste,
hoy tus brazos calientan mi ataúd,
lo que en tus labios un día murió
no podrá resucitar jamás.
Ahora dices que me quieres
cuando ya las palabras no tienen sentido.
SÚPLICA
Creo en Medardo Ángel Silva,
creador del cielo y del infierno poéticos,
creo en la poesía,
su única amada,
señora mía
que fue concebida
por obra y gracias del corazón,
nació en las puertas del cementerio
y padeció bajo el horror de la vida,
fue hastiado,
entristecido y suicida,
al tercer día
de permanencia en el sepulcro
bajo a los Letheos
y está sentado
a la derecha de la Muda Nodriza,
desde ahí a de venir a besar
a todos los que aborrecemos las vida.
¿A DÓNDE HAS IDO?
No pude encontrarte
en al ronda de recuerdos,
no llegaste a contemplar
los astros lejanos
que eclipsaban la memoria,
tú distante siempre
a esta melancolía,
indiferente a mi rara forma de ver el mundo,
¿A dónde has ido?
pensé que llegarías
para hundir en nuestras lágrimas
aquellos barcos de silencio
que pretendían separarnos,
te busqué en las cenizas
donde la primera vez
sangraron nuestras miradas.
Perdóname por no bañarme
en el arroyo de esperanza
que me habías prometido,
bastó con enredar nuestras manos
para darme cuenta que continuaba solo,
pero te esperé a la orilla
de nuestro lago del olvido,
deseaba que llegues
para intentar consolarte en el adiós.